Tras varios días de andar incesante y satisfactoriamente estamos a 20 Km de Santiago, en un pueblo cuyo nombre sería incapaz de memorizar aunque quisiera. Y es que mi cerebro ha demostrado no ser apto, tampoco, para aprender nombres de pueblos gallegos. Me acuerdo de que empiezan por una letra, que tienen una "a" en medio etc, pero nunca llego a sabérmelos del todo.
Voy a exponer a continuación unas breves razones por las que estoy hasta los cojones de la hostelería gallega.
Los camareros son los seres más lentos del mundo, a la par que el perezoso y otros prodigios de la naturaleza (aunque por aquí en general la gente es un poco lenta de más...). Yo creo que es porque aquí en general todo funciona al ritmo de las vacas. El ritmo de vida lo marcan las vacas, ellas mugen, pastan y defecan, defecan mucho. La frontera entre León y Galicia se diferencia principalmente por los excrementos de vaca. Por todas partes.
Pues eso, que aquí la gente va a ritmo de la vaca de Milka y entre eso y que la legua esa que usan es como la de los Ents tardan así como una media de 15 minutos en ponerte una puta caña. El timing medio del menú suele estar en la hora y pico larga, a lo mejor para ponerte un jodido trozo de pulpo. Da igual que el bar esté vacío porque siempre habrá cosas que hacer antes que atenderte a tí como por ejemplo... mirar al vacío de manera inexpresiva, que suele ser el gesto propio de los camareros gallegos.
Una cosa graciosa que tienen, aunque para mis gustos mediterráneos es un tanto exótica, es que todo plato se acompaña con una ración de moscas. Ha de ser también, evidentemente, producto de las vacas, que las generan en exceso y algo habrá que hacer con ellas. Es como cuando fui a Alemania y toda el agua era con gas, supongo porque aún les sobraba de la guerra. Pero no hay mal que por bien no venga, porque puedes aprovechar para mejorar tus habilidades shaolin cazándolas con la mano. En realidad se agradece para matar el tiempo.
Uno de los motivos de que tarden tanto es que no usan bandejas. Te traen las cosas de una en una, da igual que atiendan a una mesa de quince personas, pasito a pasito rapaziños!!! Durante estas largas travesías por el bosque he pensado en dejarlo todo y montar un negocio de bandejas aquí en Galicia. Si va bien diversificaré la producción al insecticida.
Otra cosa curiosa es que te traen la comida pero no el pan ni los cubiertos. Tal vez comer con las manos sea una costumbre local pero yo recuerdo que eso era cosa de los romanos y por lo que yo estoy comprobando tal vez no llegaron tan al norte de la península como las fuentes históricas nos aseguran...
Además es que les pides una cosa y se les olvida. Eso suele ser porque te atienden rapaziños que normalmente trabajan en el bar familiar y tienen menos ganas de currar que el actual ejecutivo. Si les pides tres cafés se olvidarán de dos de ellos. Yo creo que si ven a un ecuatoriano apuntando los cafés en una PDA lo confundirían con Robocop.
Voy a parar que se me está jodiendo el karma...
Voy a darle una última oportunidad a un restaurante decente en Santiago: exigo que no haya moscas, que tarden menos de diez minutos en ponerme cada cosa, que me pongan los putos cubiertos en la mesa sin que tenga que pedirlos mediante una instancia y no ser atendido por un teenager bordelino de la España rural.
La pulpería Ezequiel, en Melinde (o Melendi, o como sea), merece un post aparte, pero eso será otro día.